Un Cronista Indeseado
Miércoles. Frío en el norte, no es la excepción en Vetusta. Son las tres de la tarde. Saliendo de clase, pensando que mi día no podía ser más ordinario, un tímido cartel en el campus universitario me llamó la atención. La foto mostraba diminutos amarillos, azules y rojos, minúsculas banderas de Venezuela. En la foto, quedaban enanas en esas multitudinarias- y forzosas- marchas oficialistas, con un gran cartel de Hugo Rafael Chávez Frías. En la foto no era el flaco candidato risueño de finales de los noventa, vestido de traje y afirmando que en Cuba había una dictadura, sino que estaba fornido-papeado– y vestido de militar. Si hay algo que les encanta a los socialistas más radicales, por más que alardeen de que su sabiduría infinita, de que son los Gandhis de la posmodernidad, es a un latino con una boina, de camuflaje y con el rifle en la mano. El título decía “Venezuela en la Nueva Ofensiva Imperialista en Latinoamérica”. Cualquiera al leer esto pensaría que Venezuela ha estado plagada de Marines, Navy SEALS, drones bombarderos y enormes portaviones, leviatanes yanquis oprimiendo toda la soberanía del país. Si tan sólo supieran que en lo que va de década ha habido menos militares estadounidenses que soldados rusos tan sólo en 2019. ¿Cómo es que dicen estos grupos? Ah, sí: el mundo al revés.
Así exclamaba Alicia, ignorando el inmenso tanque que intentó meter Chávez en el Palacio de Miraflores en 1992, o los trabajadores de Venezolana de Televisión asesinados por Jesse Chacón, quien luego fue Ministro de Energía, o las denuncias de Smartmatic sobre la manipulación de las elecciones a la Asamblea Nazi-onal Constituyente. Nada, será que a los venezolanos nos da pereza ir a votar, o ser lanzados de un décimo piso con toda la impunidad del mundo ¿Por qué será que no votamos? ¿Será la falta de voluntad? ¿O quizás podría ser terrorismo de estado? Ay, nadie sabe nada, es todo tan abstracto, especialmente para alguien tan ajeno a la realidad venezolana.
Sólo puedo reír al escuchar este comentario de Alicia, quien días atrás publicó una foto en Instagram glorificando a Emiliano Zapata como si fuera la Madre Teresa de Calcuta ¿Entonces hay revoluciones buenas y revoluciones malas? No aguantaba más. Intervine para preguntar sobre el reporte de la ONU de Michelle Bachellet, con 57 ejecuciones extrajudiciales sólo en el mes de julio, 41 salarios mínimos para cubrir una canasta básica alimentaria, 24 congresistas despojados de su inmunidad parlamentaria por la Asamblea Nazi-onal Constituyente (a saber qué hace un constitucionalista disolviendo la inmunidad de un diputado), y mucho más, ya que la lista de irregularidades sociales, económicas y políticas en Venezuela es increíblemente larga. Todo esto fue desacreditado porque Bachellet, según las fuentes de Alicia, fue obligada por su equipo a escribir dicho para deslegitimar al gobierno de Nicolás Maduro. Claro: el FAES mata, la prensa lo publica, y entonces la culpa es de la prensa por publicar la noticia. Si al final todo es una conspiración reptiliana para controlar al mundo, por cierto ¿En qué parte nos ponemos los sombreros de papel aluminio?
Sobre la brutalidad policial-militar, la ambigüedad no faltó. Me comentaron que en una de las aulas donde se forman las fuerzas de seguridad existe un mural de Oswaldo Guayasamín en contra del abuso estatal, de lo que deduce lo siguiente:
Sin embargo, uno del público me llamó afortunado por no haber vivido el Caracazo en los años 90, evento que mis padres sobrevivieron y que luego me tocó exponer en la secundaria para pasar a bachillerato. Pero venga usted, señor revolucionario de Starbucks, a “explicarle” a un venezolano un evento que todos hemos visto en la asignatura “Historia de Venezuela”. Aquí es cuando el discurso se pone verdaderamente colonialista: muestro datos objetivos y son refutados por su procedencia dudosa, detectada con su “intuición” otorgada por su divinidad moral marxista, entonces cuento mi realidad como venezolano y se simplifica con un simple
Claro, pero hay antes y hay antes, camarada. Si lo que quiere es hablar de historia, explique usted las violentas intentonas de la guerrilla cubana en los años 60s en los gobiernos nacionales que habían sido electos por las urnas. Secuestros, extorsiones, atentados, todos llevados de la mano por una dictadura que ustedes exaltan como si fuera El Dorado. Y claro que es dorada, para los militares y funcionarios corruptos que desviaron los fondos públicos para enriquecerse. Pero claro, ahí les viene cierta amnesia. Memoria selectiva, lo llaman.
No, Alicia! No, Winston! No se pueden relativizar las muertes para luego decir que tienen mucha conciencia de clases. YO soy caribeño, indio, español y ciudadano del mundo con mucho orgullo, y ustedes no tienen ningún derecho a menospreciarme como si fuera un analfabeta por pensar distinto a ustedes. No tienen ninguna superioridad moral sobre nadie ni son mejores que el resto del mundo. Son unos tontos útiles que justifican una masacre con violencias buenas y malas, revoluciones gloriosas y golpes fascistas. Nadie les pidió que pelearan por nadie. Son unos farsantes que se dan golpes de pecho mientras gente de carne y hueso muere por su utopía soñada. Después de tantos grados, de tantos másters y doctorados sobre la opresión, el neocolonialismo y el imperialismo, ahí estaba la doctora Alicia, tratándome como a un indio más, pisoteando mi humanidad para tener su altísima conciencia ideológica limpia. Al final, no son los datos ni mis experiencias lo que importa, sino la imposición de una narrativa por un pequeño grupo autoproclamados más venezolanos que nosotros por sus camisas de el “Ché”. Esto es apropiación cultural para fines ideológicos. Esta es la superioridad moral rancia llena de segregación política hacia los “latinos buenos” y los “latinos malos”, de cuando escuchaba a Hugo Chávez insultando a sus adversarios, a comunistas colegas de él vestidos de Louis Vuitton llamando a un líder opositor “maricón”, para luego decir que soy yo el radical. Eso no se llama facismo. Eso no se llama intolerancia. Eso, señorita Alicia, se llama impotencia.
“Yo pensé que querías debatir”
Nada da mas indignacion, que unos pijos "nangaras" filocubiches, vengan a decirle a uno que lo te obligo a irte de tu pais, es "el bloqueo del imperio" y no un tremebunda manipulacion criminal que ha empobrecido hasta la ruina a uno de los paises mas prosperos de America.
Paciencia solitaria y valiente voz indignada, ya se termina este ciclo, y esperemos que el pueblo venezolano halla aprendido esta dura leccion.
Muadib
El artículo de Santiago describe la fisonomía de una pretendida izquierda que se asume como de vanguardia y defensora de la justicia social de los pueblos. Con apoyo de regímenes como el de Maduro, van por el mundo difundiendo ideas y hechos que falsean la dura realidad de países como Venezuela. Algunos de estos personajes son tontos útiles, pero una significativa parte son meros mercenarios ideológicos, aprovechadores de ocasión, que viven de los recursos y prebendas que obtienen por sus servicios, por generar matrices de opinión que confunden a parte de la opinión pública, en este caso internacional, y favorecen a oscuros intereses. El chavismo ha sido astuto en la compra de consciencias, en confundir y en corromper para perpetuarse en el poder.
Ante el aparato propagandístico que el régimen de Maduro ha diseñado con ingentes recursos económicos, resulta plausible esfuerzos como el de Santiago, un joven que preocupado por la libertad y democracia de su país, con modestos medios, alza su voz para denunciar las mentiras y tropelías de un gobierno que ha sumido a nuestro país, Venezuela, en un territorio de probreza y desesperanza.